martes, 21 de septiembre de 2010

"Introibo ad altare patriae"

La referencia que denota  este extraño título no es casual.

Si la frase, en especial el adjetivo que la encabeza, remite a la poesía valiente del compañero Víctor Heredia,  nos sea permitido parafrasear, en sentido inverso, aquel significante.
Desde aquella esperanza que late en esa canción, después de detallar los horrores del proceso militar cínicamente completados por el menemato, ahora corresponde detallar los logros del campo nacional y popular, no sólo en nuestra querida patria, sino en la mayor parte de la hispano-luso América.

El devenir político de Venezuela, Bolivia y Ecuador, acompañados por Paraguay y Uruguay, bajo el tácito paraguas del Brasil de Lula, se hermanan con las políticas de Estado de nuestro gobierno.

Que Néstor Kirchner sea el secretario general de la UNASUR no es caprichoso ni casual.
No estamos recorriendo la ancha geografía de la Patria Grande “a paso de vencedores”, pero sí con el andar firme y alegre de los militantes de la causa nacional y popular.
El imperio y sus cipayos locales han tomado debida nota de la situación y están actuando en consecuencia.

Es de notar que, después de los terribles ciclos de las dictaduras cívico-militares, el liderazgo de estos grupos de capital concentrado, que pugnan por desactivar nuestros avances, es ejercido por los grupos económicos concentrados que, además, manejan medios de comunicación masiva.

Es por ello que la lucha ha tomado este particular cariz de disputa por la conformación y el control del imaginario social colectivo.

En cierto sentido, se podría decir que estamos en una cierta fase “gramsciana” de una particular etapa de la lucha de clases.

La notable virulencia que posee este aspecto de la coyuntura se evidencia con fuerza en Venezuela y la Argentina, pero es común a todos los gobiernos con orientación nacional y popular de la región.

La paradojal reactivación de las economías nacionales que se ha iniciado y se sostiene por la aplicación de políticas económicas redistributivas, ajenas a las recetas neoliberales ortodoxas, han puesto en evidencia la capacidad transformadora de la política, controlando y regulando al “mercado”.

El aumento de la demanda de materias primas (comida) a escala mundial favorece claramente el desarrollo económico de la región; y todo permite suponer que esta situación no sólo se sostendrá sino que,  además, se incrementará. A  esto se refirió cierto desgastado ingeniero cuando explicitó sus deseos de tirar por la ventana a alguien para poder subirse a un cierto tren que volvió a parar en la estación “Argentina”. Claro que ese abordaje está pensado para repetir el modelo de la generación del 80, que hizo muy, muy ricos a unos pocos y mantuvo hambreadas y sometidas a las mayorías populares.

Estos gobiernos y sus respectivas bases de apoyatura social están haciendo importantes esfuerzos para invertir en educación, para sostener y desarrollar políticas de Estado de inclusión y equidad educativas, parte sustancial de lo que nosotros denominamos, con toda justicia y razón históricas, “justicia social”.

Desde nuestra condición de educadores comprometidos con la causa nacional y popular, resulta evidente que es necesario redoblar nuestros esfuerzos para sostener, difundir y ampliar en el espacio de nuestra Patria y de la Patria Grande toda, las iniciativas de educación popular que apunten a estos fines sintéticamente descriptos.

II- ¿Y por casa cómo andamos?

A fines de Octubre de 2011 habrá elecciones presidenciales, y en ellas, como en otros momentos de nuestra historia, el pueblo, los ciudadanos, elegirán entre dos modelos de país.
No entre dos o más grupos políticos auto-propuestos para gestionar el Estado, de manera más o menos subordinada a los intereses y deseos de los grandes grupos económicos locales, las empresas multinacionales ( en especial las del sector cuasi-mafioso financiero), todos ellos abroquelados en la sombra guía y protectora del Departamento de Estado para América Latina del gobierno de los Estados Unidos, sino entre algunos candidatos que terminarán realizando una síntesis pantagruélica de sus ambiciones y egos, pero siempre al servicio de los intereses antes descriptos, y una fórmula presidencial síntesis de nuestro modelo de país, de nuestro proyecto, latinoamericanista, nacional y popular.

En términos generales, se puede observar que la vorágine que afectó a las estructuras políticas tradicionales desde el 2001 ha derivado en dos grandes espacios políticos a los que, genéricamente y con perdón por la excesiva simplificación, se puede denominar como “pan-radicalismo” y pan-peronismo”.
A nuestro juicio, y con los riesgos aceptados que implica hacer una especie de futurología, el pan-radicalismo ha encontrado su fórmula-síntesis, a saber: Alfonsín-Binner. Y sus chances son de consideración .

Apellido, más cierto tufillo progre heredado, más la reconocida parsimonia y respeto “por la democracia”, acompañado por un socialista ( prolijo, no roban, Palacios), dueño de una actitud de “consenso y diálogo”, en el imaginario de amplias capas de las clases medias de las grandes ciudades y en los pueblos de la argentina profunda, más la posibilidad de resolver satisfactoriamente la cuestión del campo, para los abundantes sojeteros urbanos, le dan a esta fórmula serias posibilidades de ganar las elecciones. “Al viejo le hicieron un  golpe de mercado, vamos a darle otra chance a este”.

Los progresistas mentolados de variopintos pelajes gustan de auto-engañarse con una buena elección de Pino, en camino a alcanzar el poder político en el 2015, sin advertir que, objetivamente, como ha pasado, van a terminar favoreciendo a la derecha. En realidad, ya lo están haciendo.

Nuestro inventario: El PJ, presidido por Néstor Kirchner en la Nación y por Hugo Moyano en la Provincia de Buenos Aires (en cuyo conurbano está la verdadera y definitiva batalla), es un armado inestable de caudillos locales, aferrados con pasión a sus munícipes sillones, y sin demasiados pruritos ideológicos, que rápidamente modificarán si les es conveniente para seguir controlando sus adorados chiqueros chicos.

Los PJs. tradicionalistas acompañan al macho que conduce la manada, pero con cierto asquito. Hay otros jefes más tradicionalistas, más católicos, que resumen su nacionalismo con un cuadro de Rosas en sus despachos, y que en muchos casos, no en todos, exhibirían, si no fuera de tan mal tono, el retrato de cierto enfermo de particular bigotito.

En eso se sintetiza su nacionalismo, adobado con bellas convicciones acerca de la vigencia de “Los protocolos de los sabios de Sión”, más la sinarquía judeo-masónica.
Ahora, si hubo que apoyar un nacionalismo un poco extraño como el de Menem, lo hicieron sin hesitar.
 En cuanto a su sentido de lo popular, quedó sepultado en los litros de whisky, las minas y la guita que el ejercicio noble de la política y el sindicalismo les deparó.
A lo sumo condescenderían a implementar planes de ayuda focalizados para contener a la gilada, y a eso ellos le llamarían “justicia social”, y se llenarían con fervor los pulmones y la boca cantando la marcha correspondiente.

Los movimientos y organizaciones sociales vienen a resultar, en este sucinto informe de situación, un archipiélago de islas, islotes o islitas, tal como explica el compañero Norberto Galasso, que al igual que la fragmentación social y el ataque a la cultura del trabajo, que devino en remiserías y maxiquioscos como inversión indemnizatoria, exitosamente logradas por la dictadura militar y las políticas neoliberales, también tiene su correlato en los maxi-quiscos políticos, que cada dirigente popular construyó en la resistencia al neo-liberalismo. Si el PJ tradicional carece de discusión política, vaciado de contenido ideológico y vida política interna, preso de consignas-cáscara como “las 20 verdades” o la “doctrina”, la democracia popular se ejerce en las complicadas y confusas relaciones entre los maxi-quioscos del campo nacional y popular, que padecen un horror histórico a conformar estructuras políticas organizativas tradicionales, ante la posibilidad de que cada cacique, caciquito o capitanejo vea cuestionado su reino ratonil.

Esto se traduce en el odio a las “orgas”, la estructuración por espacios con “referentes” puestos por el correspondiente cacique, caciquito o capitanejo.
De la compulsa tragicómica con los “troskos”, se evita prolijamente el modo asambleístico y la “consulta a las bases”, básicamente por la misma razón que se evita la estructuración organizativa, propia de un partido político.

De tal modo que la democracia popular se ejerce, volis nolis, con las consabidas tensiones y pujas internas, que en muchas ocasiones no van más allá de lograr la suplencia tercera de la comisión de la cooperadora.

Sin embargo, y a pesar de este cuadro, que no deja de tener cierta gracia y ternura por su inocencia, es en estos espacios donde radica el verdadero sostén ideológico y político del proyecto nacional y popular.

Es lo que hay.
En definitiva, la suerte de la continuidad de nuestro modelo de país, de lo que ahora se encarna en el kirchnerismo, está sujeto a estos combates y a otros que no mencionamos en estas notas.

Es posible pensar que nuestra suerte está atada a dos sectores: el conurbano morocho, en el que palpita la contraclase sesgada de la patria sojetera-mediática-financiera, y los bolsones de almas bellas del progresismo mentolado. Los primeros,  los compañeros del conurbano entre los cuales se debe intensificar el trabajo de formación de conciencia política, y los segundos, los progres sensibles, a los cuales, apelando a su relativa inteligencia, hay que dirigirse con toda intensidad de manera seis-siete-ochística.

La medianoche del último domingo de Octubre, deberemos empezar a pensar en la titánica tarea de construir más fuerza para poder sostener otros cuatro años a nuestro gobierno, o (Dios no lo permita), reorganizar la resistencia…otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Grupo Arturo Jauretche

Entradas populares