domingo, 26 de diciembre de 2010

El neogorilismo y la gobernabilidad. Por Hernán Pacheco

A horas del fallecimiento de Néstor, salieron los gorilas. Los profetas del odio, los bienpensantes comunicadores, las señoras gordas sin estancia pero con ganas de soñar con bosta y los agoreros de las malas nuevas que ellos mismos habrán de resolver.
  Se ocupan de transmitir el problema de la gobernabilidad desempolvando la matriz presuntuosa de su catecismo político, y, por supuesto, presentan la solución. Plantean la concertación, remedos de un acuerdo nacional infausto y una buena dosis de consenso para superar la supuesta debilidad del gobierno nacional. Palabras bellas que ya no llegan a nadie más que a las grandes corporaciones, para que éstas midan el grado de cumplimiento de sus escribas. Recurrentes palabras  altisonantes que son escuchadas por el resto de la sociedad  como la lluvia inevitable y regular, que solo alimenta mieses y engordan negocios de unos pocos.
  Actúan como guardianes de quienes alimentan sus egos, lejos del Pueblo.
  Algunos firman notas periodísticas canallescas, tal el caso de Joaquín Morales Solá cuando afirma que el camionero Moyano habría provocado la muerte de Néstor Kirchner o al menos una fuerte discusión telefónica con el líder de la CGT habría desembocado en un malestar irreversible para el ex presidente. Para superar el estilo potencial elegido por éste escriba, y en general por todos los  miembros de la elite del periodismo, a Joaquín habría que cagarlo a trompadas.
  Otros, no menos canallas, prefieren dar por hecho la debilidad ingénita de los sectores populares y de los dirigentes que realmente los representan sin traicionar militancias. No buscan dividir a los sectores populares con puestas en escenas al estilo farandulesco, con trascendidos y chismes, directamente los descalifican conceptualmente recurriendo a las nociones que encabezan el ranking de sus preferencias: populismo, aluvión zoológico, peronismo choripanero e irracionalidad morocha.
  En general, a la descripta ingobernabilidad con la que azuzan a la clase media sólo les agregan referencias democráticas que por fuerza conceptual conforman la fórmula con la que se superaría la poca seriedad de este país de mierda, así escatológicamente pensado, el país, mientras la chusma siga en el poder
  Los demás, integrantes de la llamada clase dirigente conformada al calor del justicialismo menemista, prefieren el silencio o las medias palabras. O bien están dispersos en el macrismo bobo y reaccionario o bien bajo la sombra nostalgiosa de un Duhaldismo que por ahora solo le queda como estrategia desestabilizadora plantar algún muerto en la calle con el riesgo de tener que generar enfrentamientos pagos, a  falta de represión como Dios manda. También, aunque intentan disimularlo, practican el gorilismo y del modo más soez: el desprecio racista por sus clientes de antaño.
  Lo que en el fondo plantean es que retrocedamos.
 Es tarde para tanta amabilidad. Y preocupante, compañeros.
  Aunque el  neogorilismo se agota a sí mismo a fuerza de recurrencia y nula creatividad, aún tienen para enamorar al panradicalismo y siempre hay a mano efectivas apelaciones a la inseguridad para ampliar el espectro peludo.
   Como buenos y racionales patrones de un orden que se les antoja natural,  inevitable y solo interrumpido momentáneamente, amenazan por las buenas con lo que siempre hicieron, y harán de ser necesario, por las malas.  
  No hay defensa posible del modelo K sin profundizarlo.

Grupo Arturo Jauretche

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